viernes, 17 de marzo de 2006

El Riñihue


Por Luis Hernández Parker

Inquietud


La primera vez que con Carlos Jorquera viajamos en un jeep al Riñihue (97 kilómetros por caminos serpenteados: seis horas ida y vuelta), a nuestro paso por Los Lagos, Pellelhue, Pishuinco, sus moradores nos detenían para formularnos preguntas llenas de angustia.

-¿Vienen del Riñihue? ¿Y cómo está eso? ¿Cuándo bajará el torrente?Nos contaban, además, que la mitad de la población vivía en los cerros a la cruel intemperie del frío. En las noches en que la lluvia abre una pauta y levanta la cortina del cielo, el espectáculo de cientos de fogatas, en las colinas, lejos del río, habría sido hermoso si no se supiera que cada fogata era como un SOS desesperado. Cuando la camioneta de la radio de la Universidad de Concepción bajó el viernes del Riñihue y se quiso conversar con la gente de Los Lagos (bajos) se encontró con un escenario de Grand Guignol: nadie en las casas. Eran las 9 de la noche.



Las viviendas estaban con sus puertas abiertas como invitando al peregrino a pasar y recibir hospedaje. Pero se sabía por qué ventanas y puertas estaban abiertas de par en par: se esperaba al implacable huésped no invitado: el agua. Debía encontrarlo todo fácil; ningún obstáculo; desocupados los sótanos, y sin leña la leñera para que su paso fuera menos destructor.

-¿Dónde está la gente? -preguntaron los muchachos de la Universidad de Concepción a dos carabineros que hacían ronda con el corazón apretado.

-En los cerros. Allá donde se ven arder las fogatas.


El Lago Riñihue inunda las viviendas de sus riberas

El embrujo

La inundación de Valdivia atrajo como un imán despavorido a los periodistas de todo el mundo. Desde Nueva York, París, Buenos Aires, Río de Janeiro, se anunciaron camarógrafos de los noticiarios de cine y televisión. Los diarios, revistas y agencias noticiosas de Santiago destacaban a sus reporteros gráficos y cronistas.

El regimiento "Caupolicán", los comedores de "La Protectora", y la hospitalaria casa de Raúl Mera Mera, en Picarte, recibieron a los colegas, algunos de los cuales se "largaron" desde el "Bosco" de Santiago, directamente a Valdivia, y buscaron todos los caminos y medios para subir al Riñihue. Se encontraron con cerros desplomados y con un lago que no mostrara su terrible energía.

La segunda vez que llegaron Ercilla y radio Minería, en helicóptero, se divisó hasta la grácil figura de un velero que, aprovechando la crecida del lago en la tarde plácida, había llegado hasta el primer taco. Allí se mecía con el viento y la ondulación quieta del agua como una invitación al turismo y al descanso. Pero no es turismo el que se está haciendo. Recordé entonces, a tantos seres amigos que me habían dicho que alguna vez vendrían a descansar a Los Lagos.

Al rememorar sus rostros y sus nombres; al recordar otras visitas gratas a estas regiones, me alegré de que no estuvieran aquí, junto a esta furia sosegada. Pero me sentí también orgulloso de ser chileno y periodista, porque tenía la oportunidad de divulgar lo que el técnico, el soldado y el obrero de mi patria estaba realizando.


No importaba arriesgar la vida

Suma de esfuerzos

La lucha contra el lago une inteligencia con la constancia y el sacrificio; el cálculo apresurado y febril del ingeniero, del fotógrafo, del especialista en suelos y del mecánico; desde la acción de la FACH hasta el humilde obrero que duerme a la intemperie y que ni siquiera pueden cantar cuando se asoma la cara grande de la luna. Sólo hay tiempo para combatir y el combate consiste, en síntesis, en lo siguiente:

•Si se hubiera dejado que las aguas crecieran sin control, el nivel del Riñihue habría llegado a la cima del tercer taco; a 24 metros de altura, o sea, 4 mil 800 millones de metros cúbicos se habrían abalanzado hacia el mar sin respetar nada.

•En las crecidas normales del invierno el rebase del Riñihue es de 400 metros cúbicos por segundo; el rebase anormal, de no intervenir el hombre para abrirle un canal en la garganta asfixiada, habría sido de 3 mil metros cúbicos por segundo al principio y luego de cantidades imposibles de calcular al disolverse el tercer taco.

•El rebase se habría realizado en cinco horas. En cinco horas se habrían vaciado 4.800 millones de metros cúbicos, es decir, la inundación casi total de Valdivia y la destrucción de los pueblos ribereños.

•La epopeya del Riñihue consiste en impedir esta erupción violenta del "volcán" Riñihue, para lo cual se realizan dos obras simultáneas: se le abren canales en su desagüe del San Pedro, y se tapan las bocas por donde se alimenta el lago.

•Mientras 27 tractores bulldozer trabajan en el tercer taco que contiene las aguas para romper ladera que baje la cima de 24 a 15 metros (lo que significa que se deben vaciar 3 mil millones de metros cúbicos), al mismo tiempo se tapan los accesos en el río Enco que entrega las aguas del Panguipulli, y obras similares se realizan en el Calafquén y en el río Llanquihue que conduce las aguas de los lagos Neltume y Pirihueico. Al mismo tiempo, en el Enco se lanzaron hasta hoy (lunes) 35 mil sacos de cemento para "tapiarlo" y tres bombarderos de Cerro Moreno, de Antofagasta, al mando del capitán de bandada Silva, se preparan para dinamitar un roquerío en el San Pedro, para construir una represa que ayude a contener las aguas del Riñihue.

•En aquellos recodos angostos del San Pedro también se pondrán cargas de dinamita o se bombarderán desde el aire. Enormes rastrillos están listos para enderezar los árboles que se crucen en el río y que hagan tacos".

•Aquí en Valdivia y en las riberas, la población sabe cuándo debe evacuar, 24 horas después de la señal de alarma, y que no será antes del 23, según me lo dijo desde Santiago, Humberto Díaz Contreras, gerente de la CORFO. Toda esta gigantesca obra del hombre, contra el Riñihue, no se realiza para que se cante o se obtenga un premio en literatura. Se quiere y se tiene la certeza de que el rebase será controlado. No será enloquecido ni vertiginoso como lo desea el agua, sino con cierta pausa domeñada. Así esperan los técnicos que el desagüe se verifique a razón de mil doscientos metros cúbicos por segundo, y que el lago evacuará su exceso en un mínimo de 48 horas y hasta de cinco días con buena suerte. Las medidas se tomaron y sólo falta esperar, navegando en la zozobra.

Luis Hernández Parker
Parecía todo perdido

Afortunadamente para todos, el éxito coronó tan magnífico esfuerzo y muchas vidas fueron salvadas. Esta vez, después de tantas desgracias, hubo un final feliz. Los chilenos debemos sentirnos orgullosos de contar con tal calidad de gente.

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